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Stuttgartt 5-6-2006
Los “Siete Principios Universales” fueron expuestos por Hermes Trismegisto; aparecen explicados en el libro “El Kibalión” y, sí se quiere vivir bien, hay que cumplirlos.
Hermes, conocido como “El Mensajero de los Dioses”, es el “Dios de la Sabiduría”; recibe los nombres de “Mercurio”, “Thot” y “Trismegisto”, que quiere decir “Tres Veces Grande”. Él reveló los “Siete Principios Universales”, que no son “Leyes Herméticas” porque no son invento de Él; son “Siete Leyes” naturales. Hermes redactó sus enunciados, que son la base de la sabiduría de la “Enseñanza Interna”, de cualquier ciencia o religión.
En todo orden de estudios internos siempre se debe comenzar por estos “Siete Principios Universales”, principalmente por los de Mentalismo y Causa y Efecto, y se debe continuar eternamente con su estudio, porque son lo más realista y menos presto a fantasías de toda la “Enseñanza Espiritual”.
Hermes fue representado en Egipto por el animal más inteligente, que es el mono. En Roma fue simbolizado con un caduceo en la mano izquierda, alas en sus pies, un sombrero y el índice de su mano derecha señalando hacia el cielo.
En 1580, el escultor Giambologna esculpió una hermosa imagen de Hermes, y es muy significativo tener una reproducción de esta. Su dedo índice apuntando hacia el cielo señala el lugar donde debemos poner nuestras intenciones en la vida; solo debemos buscar un asunto que se cumple en el Universo: los “Siete Principios Universales”, y tenemos que insistir en comprenderlos y utilizarlos; solo impera la “Ley del Uno”, que es el del SER, de donde se desprenden todos los Principios. El sombrero alado de Hermes nos dice que, con la práctica de los “Principios Universales”, se va más allá de las limitaciones de la mente, del par de opuestos y del juicio, como el tener que decidir y definir entre un opuesto y otro, asunto que crea conflictos y produce agresividad. Sus pies alados nos explican que andaremos por el mundo sin tocar las bajas vibraciones, sin inmiscuirnos en los conflictos, la negatividad del pesar. El caduceo de serpientes enroscadas hacia lo alto, juntándose una y otra vez hasta enfrentar sus cabezas, donde surge una esfera con alas, simboliza el “Kundalini” y también indica la unión de las dos polaridades, donde desaparecen los opuestos, el conflicto de la vida, y se produce la iluminación.
No se debe usar el término “hermético” con la connotación de algo “cerrado, oculto, esotérico”. Hermes no tiene nada que ver con eso. Estamos en la “Era de Acuario”, en que el Maestro
Saint Germain nos enseña a decir: “No hay nada oculto que no me sea revelado”. Hermes es la actualidad y el equilibrio de la Sabiduría.
Extracto del Libro “Pilares de la Metafísica”, de Rubén Cedeño
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