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Lo primero que pasa al desencarnar es que nadie se muere, porque uno no es la “Envoltura Física”, sino el “Ser Interno”, que es eterno. La muerte no existe. “Dios es Vida Eterna” y, como seres humanos, somos parte de Dios, por lo tanto, no podemos morir jamás. Lo que la gente llama “muerte” es el proceso mediante el cual el verdadero “Ser” es extraído de la “Envoltura Física”. El nombre que se le debe dar al hecho de morir es “desencarnar” o “hacer el tránsito”. Esto quiere decir que no se deja de existir, sino de tener carne, y se pasa a otros vehículos menos densos, como la “Envoltura Vital”.
RETROSPECCIÓN
Como la finalidad de la encarnación es tomar autoconsciencia del “Ser Interno”, al desencarnar se hace una retrospección, que es el acto de reproducir mentalmente y concienciar cada vivencia desde el momento en que se desencarna hacia atrás, hasta el día en que se nació.
La retrospección es el medio eficaz para concienciarlo todo. El “Ser Interno” es Conciencia, y su desenvolvimiento depende de que se conciencie cada acto de la vida y no se viva dormido, inconscientemente. Se toma conciencia al observar conscientemente el presente y retrospectivamente el pasado. Por lo tanto, es importante vivir en Observación, Retrospección y Concienciación. Esto nos hace seres más sensatos, sabios, con mayor discernimiento y con menos márgenes de error en la vida.
Una atmósfera de paz favorecerá enormemente al difunto en el proceso de realizar la grabación retrospectiva en su “Átomo Maestro”. Por este motivo no son recomendables llantos, escándalos o agitación delante del cadáver.
Se recomienda la incineración, para evitar el nauseabundo espectáculo de la putrefacción del “Cuerpo Físico” y de la desintegración vital.
Extracto del libro "Metafísica Avanzada" de Rubén Cedeño
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Mayo 2023
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